Seguramente has escuchado refranes como "el hábito hace al monje", "como te vistes, te tratan" y "las apariencias engañan" y otros más. Quizás en un pasado estos ‘dichos’ se usaron de manera coloquial y en ocasiones en forma de burla, pero hoy, donde la imagen no solo es un tema estético, cobran más importancia y cada uno de ellos explica el poder que tiene la apariencia en la vida del hombre.
Por: Mafe Romero
¿Y qué es la imagen sino una mera representación visual? Esto es lo que dice la RAE, hablando estrictamente de un objeto real o imaginario, y haciendo hincapié en la apariencia, en lo que se puede ver, observar y describir. Aunque esta aseveración no está lejos de la realidad, no es lo único que engloba el término Imagen.
Más que una capa física, la imagen viene a convertirse en una herramienta de persuasión, de magnetismo y en una forma de crecimiento personal. En cómo comunicarse de forma asertiva en diferentes contextos y en la capacidad de autoconocerse a fin de exteriorizar la esencia de cada individuo para convertirse en una persona lo más auténtica posible. Y con esto se deja claro que no existe un ‘imagen perfecta’ o un ‘to do list’ acerca de cómo gestionarla, ya que todo va a depender de lo que se busque; sin embargo, existe una singularidad que aplica para todas las estrategias de imagen: la coherencia, entre lo que se piensa, se dice, se siente y se ve.
Es así como mujeres de la talla de Michelle Obama, han usado este recurso como estrategia de comunicación no verbal, para convertirse en referentes de empoderamiento, credibilidad y amor propio, y no es solo lo que visten, sino un conjunto de ‘insumos’ que crean para configurar esas percepciones en sus receptores, porque vale la pena aclarar que nadie es dueño de su imagen, pero sí absolutamente responsables de la misma, porque se produce por estímulos (sonrisa, vestido, colores, hábitos, comportamientos y modales, etc.) que se envían y crean una idea de quién es cada persona, es una especie de ‘juego’ de causa y efecto, que al final viene a formar el mayor patrimonio de un individuo o institución: la Reputación, que no es más que una imagen sostenida en el tiempo
Entonces ‘hay que ser y parecer’, ya que fondo sin forma no funciona, se puede ser un magnífico publicista, con doctorados y experiencia, pero si el estímulo que se está enviando es el de un ingeniero, un filósofo o un ‘aventurero’, probablemente no haya una conexión asertiva y coherente para alcanzar ese objetivo profesional. Y cuidado, porque recomendar cuidar y trabajar en tu imagen no es cuestión de moda, marcas y tendencias, es ‘vender’ tu oferta como memorable, atractiva, elegible y única, porque el mundo no está exigiendo perfección, sino autenticidad.
Empieza entonces a configurar tus insumos de imagen, inicia por fijar objetivos de tipo personal, profesional y emocional. Haz una autoevaluación del mensaje que se está dando y la coherencia que hay entre lo que se es y lo que se ve, y precisamente ‘verse’, no se refiere exclusivamente a otras personas, sino a sí mismo. En ocasiones, las inseguridades y muchas frustraciones están dadas por lo que reflejamos en el espejo, y no es belleza, sino el concepto que se tiene sobre esa persona que no se reconoce, porque su imagen personal va por un camino diferente a su propósito. Deja de buscar únicamente parecer, también hay que SER.