Trascender la ignorancia y la inconciencia frente a quienes realmente somos, permite romper las barreras que nos limitan, y vivir de manera más plena y feliz. No es posible un despertar de conciencia sin dejar atrás el ego, sin des identificarnos de todo aquello que creemos ser, hay que caminar este momento.

Por: Yolanda Ramírez

La insatisfacción que antecede al despertar de conciencia va mucho más allá de esa sensación que nos persigue a lo largo de la vida y nos impulsa a querer más, a lograr o tener más, y, por ende, a comprar más, a satisfacer caprichos y falsas necesidades, a sentir que nunca es suficiente.

El despertar de conciencia suele llegar agarrado de la mano a la sensación fuerte de incompletud, ese sentir profundo de que debe haber algo más que esta vida acelerada que nos consume y nos mantiene lejos de lo que somos en esencia, de nuestro vínculo con lo divino y lo trascendente.

A veces, llega de manera lenta y calma, como curioseando; en otras ocasiones vinculado al dolor físico, y en muchas más, a ese dolor que viene de dentro, del alma, y que intentamos interpretar repetidamente de manera fallida.

A Carlos Lewengarc y Marta Lucía Vidal, “sanadores del alma”, los conocí una tarde de abril en Meraki, como se llama su finca, hermosa, tranquila, verde y abundante en frutos. Fui impulsada por la insistencia de mi hermana y acompañada de ella, intentando complacerla, y al tiempo curiosa, con la esperanza de comprenderme, encontrarme y sanar.

Racional a más no poder, con creencias religiosas firmes; crítica, desconfiada, y algo escéptica, empecé a transitar el camino del despertar de conciencia; sin duda, una de las experiencias más enriquecedoras e importantes en mi vida.

Entendernos como seres espirituales decidiendo vivir una experiencia humana, marca el inicio del camino al despertar de conciencia; “eso significa que antes de nacer, durante toda nuestra vida, y después de despedirnos de este cuerpo, ese espíritu está siempre viajando con nosotros” manifiesta Carlos, un argentino que llegó a Colombia para continuar caminando, junto con Marta, este camino de su despertar que ambos llevaban avanzado y que los juntó por casualidad.

Trascendiendo creencias e identidades

“En determinado momento, en un cuarto septenio, es decir, entre los 28 y los 35 años, se empieza a despertar el espíritu, como que quiere participar en esa vida humana. En esa edad tenemos la posibilidad de ser adultos jóvenes con poca experiencia, pero responsables. Conseguimos casa, carro, posiblemente tenemos una familia, hemos tenido determinados logros, pero dentro nuestro empieza a aparecer un vacío, hay algo que me falta. Y esa incompletud es justamente ese espíritu que está tocando la puerta para decirte que ahora le toca a él empezar a participar. Ahí empieza el camino del despertar, empezar a mirar qué es lo que tomamos prestado para olvidarnos que somos ese espíritu, y empezar a soltar aquello que no nos trae paz, que no nos es útil, que no nos permite expandirnos. Es todo un camino de observar, de mirar, de decidir y de soltar. Y para eso tiene que haber una decisión, una resonancia, un motor para empezar a transitarlo”.

Deshacerse de ese yo no es sencillo, porque te enfrenta a lo que crees ser pero que en realidad no eres, a lo que te enseñaron, lo que aprendiste; a los moralismos, a esos deber ser impuestos o autoimpuestos, a los roles que decidiste jugar en tu vida, a tus inseguridades, tus miedos, tus frustraciones, y a esas expectativas propias y que otros tienen de ti.

“A medida que empieza a crecer ese observador, ese aspecto divino interno, tenemos más decisión de querer soltar aquello que es falso, aquello que no nos trae paz, que se nos pegó en el camino, justamente, para poder suplir lo que originalmente somos, nuestra verdadera identidad. Cuando nos empezamos a dar cuenta de que se nos pegaron en el camino una cantidad de `etiquetas` y de `personajes` en nuestra vida, que no nos son útiles, aunque quizás lo fueron en nuestra infancia y adolescencia, podemos comenzar a soltarlo, porque esa intensidad de ese resonar interno es tan potente, tan decidida y coherente, que nos empezamos a amigar con esa nueva forma de vivir”.

Así iniciamos a dejar atrás el ego, a des identificarnos, porque no hay despertar de conciencia sin caminar este momento. “Cuando estamos dormidos, el yo nos utiliza. Creemos que somos el papá de fulano, la pareja de zutano, el hijo de mengano; tenemos que actuar y hablar de determinada manera, tener miedo de no tener dinero, en fin, creemos que somos ese resultado. Cuando empezamos el despertar nos damos cuenta de que podemos mirar a ese ego, y lo vamos a tener que utilizar, porque la forma de desarmarlo es utilizarlo, viviendo con él y descubriendo aquello que no me trae paz y debo soltar, dejar ir. Esos pequeños velos de falsedad que voy sacando, van a hacer que yo empiece a transparentarme cada vez más”.

Es como reencontrarse con ese aspecto divino que vive dentro de cada uno y empieza a emerger y a iluminar desde adentro hacia afuera.

Para guiar este despertar que viene del corazón, de esa sensación de estar incompleto, hay una serie de herramientas que permiten un transitar informado, de autoconocimiento, a veces doloroso, pero finalmente, de disfrute y paz.

Meditar para entrar en coherencia

Meditar en general, es una de esas herramientas que permiten centrarse en el aquí y en el ahora, pero no para todos es fácil. El ritmo acelerado del mundo, el ruido, las preocupaciones, nos sabotean de manera permanente.

“El primer paso es informarnos, comprender cómo funciona el cerebro, cuáles son las frecuencias en las que estamos en estado de alerta, en estado de tranquilidad, en estado de mucha más paz, y en estado de estar casi dormidos. Informarnos nos ayuda a entender la importancia de la coherencia del cerebro y la coherencia del corazón. Cuando empezamos a comprender que científicamente ya tenemos elementos para poder entrar en coherencia cerebral y del corazón, y comunicarnos desde la misma, vamos a vibrar desde un estado de paz, de armonía, de gozo, de agradecimiento, de expansión. Y yo creo que todos buscamos eso en la vida. Este camino de la meditación es bien directo para poder encontrarlo, simplemente cambiando los niveles de frecuencia en los cuales vibramos”.

Para lo escépticos como en un principio lo fui yo, la meditación puede parecer un propósito algo lejano. Aquietar la mente racional, además dispersa y sobre estimulada por múltiples factores, a veces lleva tiempo, pero lo alcanzas, y encuentras la manera en la cual logras ese no ser nadie, en ningún tiempo, desconectarte del mundo exterior y volver a tu esencia.

Hay miles de formas de meditar, pero para Carlos y Marta, su mejor manera de hacerlo ha sido la que propone Joe Dispenza[1]. “Nosotros estamos siguiendo la forma de meditar de Joe Dispenza, principalmente porque nos damos cuenta que tiene mucha coherencia, mucho estudio científico, pruebas y resultados visibles, comprobando que ese realmente es el camino más directo para poder entrar en una resonancia armoniosa, estar en paz con nosotros mismos hacia dentro, y atraer desde fuera aquello que queremos que venga hacia nuestra vida, de una forma armoniosa”.

Y es que Joe Dispenza, doctor en Quiropráctica y especializado en Neurociencia, concibe la meditación como ese entrenamiento de la conciencia que permite llegar a los centros de energía del cuerpo, ayudando a crear coherencia entre el corazón y el cerebro, para generar orden y un estado de paz interior y armonía que se refleja también en el cuerpo físico, y entonces, entra en ese campo del despertar de conciencia otro aspecto bien interesante, el de la Biodescodificación, que les narraremos en nuestra próxima entrega.

El poder del sonido y las frecuencias

“Yo en particular tuve la fortuna de encontrar un camino, el de la ´escucha consciente`, que se basa en la escucha de música, pero con atención. Porque es que normalmente tenemos muchos problemas en la comunicación, no nos comunicamos…por ejemplo, yo estoy hablando y tú estás pensando ¿cuál es la siguiente pregunta que te voy a hacer? Incluso ahí se mete ese ego del que venimos hablando. Estamos conversando y casi que quisieras interrumpirme, porque el ego es el que quiere hablar. La escucha consciente es una invitación a aprender a escucharnos entre nosotros, a prestar atención. También nos da objetividad y capacidad de discernir. Es un método con música clásica, que nos facilita dibujar la música. Para eso se elabora una partitura que permita a quienes no somos músicos, dibujar con un gesto lo que se escucha, para que el cuerpo se involucre, la mente se aquiete, y se disfrute el hacerlo porque se quiere. Al hacerlo se experimenta un gran estado de bienestar, porque entras de modo natural y de una manera muy dulce, en estado de presente, que es lo único que tenemos”, manifiesta Marta, quien lleva años estudiando y experimentando el impacto de los sonidos y de las frecuencias, en el bienestar físico y espiritual.

Y es que esto de la escucha consciente a partir de partituras que dibujas con tus manos y cuerpo casi que, de manera natural, resulta ser una posibilidad fantástica de acallar los pensamientos y centrarse en la música y el movimiento de manera exclusiva, en un mundo cargado de distractores, inmediatez y desconexión del tiempo presente. Y es que como bien lo reafirma Marta, “generalmente estamos en tres sitios a la vez. Físicamente estoy aquí, pero mi mente está hablando consigo misma, recordando cosas por hacer, cotorreando de mil cosas…el tengo que; mientras tanto, de corazón, quisiera estar en otro lado. Entonces poder sentir el estado de presente es algo que produce un gran bienestar, y este método nos ayuda a experimentarlo a través de la melodía. También la música por su frecuencia vibracional -música clásica generalmente-, hace que en algunos de tus pensamientos empieces a pensar con melodía, y eso cambia la frecuencia, porque normalmente escuchas a tu mente hablando todo el tiempo. Por ejemplo, tienes una discusión y la mente empieza a decirte `Pero por qué no le dijiste, devolvete, decile`.

¿Con qué oído escuchás eso? Hay un oído interno con el que escuchas esa frecuencia de tus pensamientos repetitivos, que pueden ser de desvalorización, de culpa, de miedo, preocupación, y eso tiene una frecuencia. Y si estamos resonando, por ejemplo, tu piensas en miedo y yo estoy pensando en miedo, las ondas se superponen y se amplifican. Entonces como que estamos vibrando todos en un ente colectivo, y cuando logras salir de ese ente colectivo, porque empiezas a pensar de otra manera, como si la música hiciera una depuración de tu pensamiento, y piensas con melodía, te cambia, y podés ver ese ente colectivo en el que estabas atrapado en la inseguridad, en el miedo, en la escasez, en lo que sea que te estaba mortificando, y cambiar a  una mentalidad distinta, vibrar en otra frecuencia, y por supuesto, vas a atraer cosas distintas, a ver otras realidades”.

La terapia con sonido, no sólo con cuencos tibetanos y gong, con muchos instrumentos más que desde que emitan una frecuencia, te conectan con una parte de tu cuerpo, y a nivel cerebral producen cambios en la frecuencia, es un tipo de acercamiento a ese yo interno, como afirma con certeza Marta.  “Normalmente estamos en Beta que es el pensamiento normal de preocupación, y bajar esa frecuencia facilita llegar a un estado de meditación que permite que veas otro tipo de cosas y seas consciente de tus etiquetas y personajes, de tus miedos y preocupaciones, de esas cosas que te tienen atrapada; poder mirarte para poder entrar definitivamente en más coherencia y más paz en tu vida”.

Se trata de volver la vista al interior, parar un poco, detener el viaje; para en esa sensación de incompletud, encontrar las herramientas que ayuden a transitar el camino a la coherencia, y a partir de ella a la paz interior, la salud física y mental. Ese desmantelamiento del yo, del ego, desde el autoconocimiento y el amor, abre nuevos caminos hacia una vida más plena y feliz.

 

Carlos Lewengarc y Marta Lucía Vidal, dos “sanadores del alma”, se encontraron por casualidad en medio de su propio despertar de conciencia. Hoy transitan juntos este camino infinito y enriquecedor, acompañando el despertar de decenas de personas más en encuentros grupales, y en sesiones personalizadas.

 

[1] Joe Dispenza, conferencista y escritor estadounidense, quien ha viajado por más de 33 países, promoviendo una vida más sana y feliz, desde un abordaje particular de la neurociencia, la epigenética y la física cuántica. Autor de afamados libros como “Deja de ser tú” y El placebo eres tú”, entre otros.