Cataluña, ubicada en el noreste de España, es una comunidad autónoma con una identidad cultural única, un idioma propio, el catalán, y una rica historia que se refleja en su arte, arquitectura y tradiciones. Un destino imperdible para cualquier viajero.

Por: Katherine Castañeda Romero.

En las entrañas de Cataluña hay todo un universo del lenguaje. Esta comunidad autónoma, ubicada en el noreste de España, tiene su propio idioma: el catalán, una lengua románica originaria del latín, “dulce de hablar y con una sonoridad musical muy agradable a la hora de escuchar”, dice con emoción, Rosa Orero, maestra de primaria con especialidad en Literatura y Filología Catalana de la Universidad Autónoma de Barcelona.

Y aunque el castellano es el idioma oficial del territorio español, la realidad cultural y social en territorios donde se habla más de una lengua, está reconocida en la Constitución, fomentando así el respeto y la protección de la pluralidad lingüística española y garantizando los derechos de sus hablantes, como un elemento generador de riqueza cultural, social y económica.

Quienes visitan Cataluña se sorprenden al escuchar este idioma y ver que la señalización, los carteles institucionales y la publicidad en general están escritos en catalán, además de que hay diarios y revistas en este idioma. “Es nuestra lengua materna nacida entre los siglos VIII y X en una parte de Cataluña que luego fue desplazada hacia el sur de Francia, donde en algunas zonas también se habla, por razones políticas y de guerra cuando en la Península Ibérica estaban los visigodos quienes ocuparon el territorio, al caer el Imperio romano. Aquí, aparecieron los munsulmanes y así llegaron diferentes lenguas. En aquel momento se hablaba catalán, árabe, castellano y bereber, entre otros, era toda una mezcla de idiomas”, explica Orero.

El catalán actualmente lucha por sobrevivir, ya que estuvo ‘castigado’ cuando los Reyes Católicos ganaron la guerra de sucesión e impusieron la lengua castellana, prohibiendo a las instituciones que se hablara catalán. “Después, llegó la guerra civil que la ganó Francisco Franco, quien prohibió hablar la lengua catalana, no permitía que se enseñara en los colegios ni que se hablará en ningún círculo social, pero los catalanes nunca dejaron de hablar su lengua, el castellano era una lengua desconocida para ellos y pese a que se prohibió, la gente la mantenía viva en sus casas, dentro de sus amistades y en las asociaciones que existían clandestinamente”, recuerda la maestra.

No fue hasta que murió Franco que el catalán volvió a restablecerse con la democracia, la gente ya podía hablar su lengua y de nuevo estaba en las aulas de clase, en aquel entonces era considerada una lengua de segundas, solo era oral y no se escribía, por tanto, la gramática era desconocida.

Hubo una persona que tuvo mucha importancia en la historia de Cataluña, Ramón Llull, teólogo, filósofo, poeta y alquimista, nacido en Palma de Mallorca, quien empezó a escribir en catalán, “fue el creador de la lengua literaria catalana y escribió más de 300 obras”. Pero, sin duda, fue Pompeu Fabra, ingeniero industrial y gramático español, quien estableció la normativa moderna de la lengua catalana y se configuró como el ‘Padre del catalán'.

“La gramática se la debemos a Fabra, quien puso orden y creó la normativa de la ortografía catalana que actualmente seguimos. Escribir en catalán lo encontramos difícil porque existen reglas ortográficas que pueden ser confusas, como el uso de los acentos abiertos y cerrados, las vocales neutras, la conjugación de los tiempos verbales que tiene algunas irregularidades y la combinación de los pronombres débiles por nombrar algunos. Nosotros no escribimos como hablamos, apostrofamos palabras que terminan e inician en vocal, es decir, hay vocales que no pueden estar juntas, aunque hay excepciones, pues el catalán tiene muchas excepciones”, explica la docente.

“Si la gente conociera más la historia, todo sería diferente. Los últimos años de mi profesión los hice en una escuela de Barcelona y mis grupos eran niños extranjeros y ver que aprendían nuestra lengua me llenaba de mucha emoción. Aunque en Cataluña hay mucha migración latina, veo que la gente que viene de fuera tiene mucho interés en aprender la lengua catalana que se habla aquí y están dando una lección a los mismos españoles que no han entendido que no todos en la Península Ibérica hablamos castellano ni pensamos en castellano”.

En Cataluña, el Consorcio para la Normalización Lingüística (CPNL) es la entidad encargada de fomentar el conocimiento y el uso de la lengua catalana. Cuenta con una variedad de oferta de servicios como cursos de formación en lengua catalana, servicio de corrección de textos, voluntariado para la lengua en pro de practicar el catalán oral y actividades complementarias de lengua y cultura.

Para la maestra Rosa la palabra más bonita del catalán es ‘embadalida’, que en castellano quiere significa encantada, “es como decir este amanecer y atardecer son algo subliminal: estic embadalida, es decir, estoy como en las nubes, de lo tanto que me gusta”.

Ella, como muchos catalanes de arraigo, esperan que su lengua continúe y se fortalezca cada vez más, que no se pierda, que se transmita y enriquezca honrando su legado y asegurando que siga viva no sólo en el corazón de quienes la aman sino de todos quienes viven en Cataluña. “Debemos apropiarnos, ya que es un lazo que une generaciones. Cada palabra hablada o escrita es un acto de preservación y un gesto de respeto hacia una cultura rica y vibrante”, puntualiza.