Había una vez un país muy hermoso donde vivían dos jóvenes doncellas. Una llamada Betsabé, y otra Nadya. Un día se encontraron en la pradera donde ríe la hierba, y se miraron amigables. Nadya comenzó la conversación: ¿Quién eres, cómo te llamas?

Columnista invitada: Lucy Amparo Bastidas Passos

Betsabé, respondió alegre: nací en 1885. Soy hija natural, por eso llevo el apellido de mi madre: Espinal. En ésta época en que vivo la mujer tiene el rol de “sexo débil”, debe permanecer en el hogar y ser sumisa. Sin embargo como soy soltera puedo trabajar en la fábrica textilera de Bello, Antioquia. En este siglo XX nace en Colombia la gran industria manufacturera, siguiendo la Revolución industrial de Inglaterra que comenzó en el siglo XVIII.

Ah!! Qué bien que trabajes, contesta Nadya, porque yo que vivo en el año 2025, trabajo en el Congreso de Colombia. Hoy muchas mujeres trabajan en diferentes oficios, aunque hay otras que prefieren trabajar en el cuidado de los hijos y el hogar. Muchas hacemos los dos trabajos.

Betsabé mira a Nadya, y comenta: Difícil es adelantarse un siglo para visualizar lo que ocurrirá. Quisiera que me cuentes muchas cosas, pero antes quiero que sepas que trabajo porque además de ser soltera, los industriales colombianos siguieron el mismo esquema fabril que primó durante la revolución industrial de la Europa del siglo XIX, es decir, es normal que las fábricas empleen mujeres y niños como mano de obra sumisa y barata.

Nadya escuchaba con atención, y dijo: En el siglo XXI hemos avanzado bastante, las mujeres podemos decidir en qué trabajar y casi siempre tenemos remuneración igual a la de los hombres. Soy casada, mamá de dos hijos y trabajo. Mi papá tristemente está en la cárcel. Fue condenado por siete años por parapolítica, una actividad que se volvió casi normal hace tres décadas en algunos sectores de la sociedad. Como yo nací en ese entorno, apoyo a mi papá. No me preguntes qué es parapolítica, en otro encuentro lo haré. Más bien cuéntame cómo te sientes en tu trabajo.

Estoy contenta, respondió Betsabé Espinal, porque organizamos las mujeres la primera huelga en la textilera. Pedimos aumento del salario en 40%, igual al de los hombres. Disminución del acoso y multas que el capataz imponía. Disminución de la jornada de trabajo de 12 a 10 horas. Derecho a ir calzadas, pues imagínate que era prohibido ponerse zapatos porque ¡perdíamos tiempo tratando de esquivar el lodo para llegar a la fábrica!

Y ¿qué consiguieron? Preguntó Nadya. Todo, todas nuestras peticiones después de 21 días de huelga, fueron aprobadas, contestó Betsabé, quien presurosa preguntó, ¿si vivieras en mi época, crees que apoyarías nuestra huelga? Nadya Blel quedó asombrada, no supo qué contestar, pues acababa de archivar junto con 7 Congresistas más, la Reforma Laboral. Entonces recordó que estando en una clase de política en la universidad Externado, un profesor expuso una frase de Carlitos M: “Las personas somos producto de nuestras condiciones materiales y sus circunstancias”

Continuará…