Asilado en Europa y desde una cama de un hospital, el periodista caucano escribe una nueva historia. La de un guerrero que no se rinde. La de un ser humano que aprende cada día a ser mejor. La de un hombre que lleva en la sangre el periodismo y que entrega a Dios su vida y su futuro.
Por: Grupo editorial Las Narradoras
Fredy Calvache Burbano nació en Santa Rosa, en plena bota caucana, y cuando este lugar era prácticamente selva, aislado de la capital del departamento, y casi inexistente para Colombia. Por su mente no pasó recorrer más de 9 mil kilómetros para llegar hasta Suiza, donde hoy se encuentra en compañía de uno de sus hijos, asilado por el gobierno de este país y lejos de su gente querida, de sus costumbres y de su pasión: el periodismo.
Cercano a cumplir sus sesenta años y con una vida permeada por el conflicto armado que históricamente ha vivido su región de origen, y que cubrió ampliamente como corresponsal de noticieros nacionales de televisión, Fredy enfrenta la más dura de sus batallas: ganarle la partida a un cáncer de estómago que padece desde inicios de 2024.
En la soledad de un hospital, acompañado por Juan, uno de sus 5 hijos, con quien viajó a Suiza, huyendo de la violencia y soñando con un mejor futuro para su familia, espera con paciencia que autoricen el “reagrupamiento” con su núcleo familiar, tras haber logrado, con mucho esfuerzo, el asilo en este país donde se refugió desde 2023.
Su rostro, siempre altivo frente a las dificultades, ha circulado ampliamente los últimos días por las redes sociales y medios nacionales, protagonizando un sentido mensaje sobre su delicado estado de salud, pues los médicos dicen que su cáncer no se puede curar; sin embargo, él mantiene la esperanza en un milagro divino que le asegure su recuperación, decidido a iniciar un nuevo ciclo de quimioterapias.
Aunque no ha sido nada fácil pasar por los campos de exilados y convivir con las víctimas de la guerra de Afganistán, Israel, África y Ucrania, superando las barreras del idioma y la cultura, reconoce la paz que ha encontrado en Europa; el respaldo total para el futuro profesional de su hijo, así como la eficacia de la atención médica que recibe desde inicios del 2024, cuando advirtió que algo no estaba bien en su cuerpo.
Atrás quedó el sueño juvenil de ser cronista deportivo, recuerdo que vuelve a su mente en los entrenamientos y partidos de fútbol de Juan, su mayor orgullo y esperanza y quien ya está por terminar sus estudios de secundaria. Cuenta Fredy que su hijo habla alemán y francés y juega en la categoría juvenil de la Liga Suiza de Fútbol, lo que lo hace inmensamente feliz.
Al compartirnos su historia de vida, reflexiona sobre sus 30 años de reportería en el Cauca, donde dejó atrás miedos y riesgos superados en compañía de su camarógrafo en busca de la noticia regional, matizada siempre por confrontaciones, hostigamientos, atentados, secuestros y movilizaciones sociales. “…uno en el Cauca como reportero camina sobre un hilo muy delgado y es muy difícil ser imparcial… era muy difícil que la gente comprendiera la labor de informar de manera imparcial, que no podía tomar partido, siempre querían que les aumentara más a su favor y terminaba siendo víctima de la intolerancia…”, cuenta.
La copa terminó rebosándose y un día dijo “No quiero más esto”. En 2022, tras sentirse señalado e intimidado por su labor periodística, decidió aventurarse a buscar asilo político, buscando su tranquilidad y un mejor futuro para su familia. Primero llegó a España, donde no lo consiguió, y lo volvió a intentar en Suiza, donde después de dos años de trámites, acaba de recibir el permiso de asilo.
Con satisfacción recuerda cómo desde su labor de reportero ayudó a mucha gente y comunidades del Cauca a sacar adelante muchas obras y proyectos, visibilizar y resolver problemáticas. En sus informes se alzó la voz condenando las víctimas, muertes y masacres so pena del riesgo personal, pero también se quedó en el corazón de mucha gente, que hoy le da ánimo para seguir adelante en su recuperación, fincada en la fe y la voluntad divina.
El camino de su formación
En la memoria de Fredy abriga con orgullo su pueblo natal, en la falda oriental de la cordillera central del Cauca, donde creció en el hogar de Don Leonel Calvache y Doña Marta Burbano- que aún viven- junto a siete hermanos, con quienes salió hace 33 años a Popayán, desplazado por la violencia.
Con nostalgia cuenta su primera salida del poblado, cuando su padre lo envió en 1977 a terminar la primaria en la escuela “San Luis Gonzaga” en el municipio de Bolívar en el macizo colombiano. Salir de este pueblo marginado, rico en biodiversidad pero sin servicios públicos ni carreteras, le representó dos días de camino hasta el sitio donde lo recogería una chiva, una volqueta o el primer camión que pasara por la vía más cercana.
Terminada la primaria en 1979, Fredy se trasladó a iniciar el bachillerato en el internado del Seminario Menor de Sibundoy, en el vecino departamento de Putumayo y a los dos años regresó a Santa Rosa, donde ya se había creado el colegio “José Acevedo y Gómez”, allí cursó dos años más y luego lo enviaron a terminar estudios y graduarse de bachiller en el colegio “Francisco Antonio de Ulloa” de Popayán.
La educación superior era una meta clave para Fredy y con el apoyo de su familia ingresó a la Universidad del Cauca cursando dos semestres de Antropología. Entonces, ilusionado con ser locutor, viajó en 1987 a Bogotá para realizar estudios de locución y producción de radio y televisión en el Colegio Superior de Telecomunicaciones.
Del deporte a las noticias
En 1991 Calvache regresó a Popayán a buscar empleo en una emisora local, con el sueño de hacer narración deportiva, estimulado por los muchos talleres y prácticas que hizo en el estadio El Campín de Bogotá, sin embargo, las cosas no se dieron y volvió a su natal Santa Rosa.
Con tristeza relata cómo el 14 de febrero de 1992 ocurrió un hecho lamentable que le marcó la vida y a todos los suyos: miembros de un grupo armado ilegal asesinaron a uno de sus hermanos menores cuando huía del reclutamiento forzado y toda la familia debió desplazarse a la capital del departamento para salvaguardar sus vidas.
Entonces, enfocó su mirada hacia la que sería su carrera de periodismo en el departamento del Cauca: trabajó seis meses con el grupo de prensa del Sena y luego se unió al Combo Deportivo de Radio Super, junto con los periodistas Luis Carlos Torres, Giovanni Vásquez y el profesor Alfredo Pérez Herrera, en tiempos del Deportivo Independiente Popayán.
Integrado a los reporteros de la ciudad, tuvo la oportunidad de hacer sus primeros `pininos` en el Canal 29 de la telefónica local, donde trabajó un año y conoció al periodista Guillermo Salamanca, quien le enrutó hacia las corresponsalías de los noticieros de televisión.
Gracias a su recomendación, en 1996 se vinculó como corresponsal de la programadora Noticias RCN y despegó su carrera en la televisión, pasando por los noticieros Nacional, CM&, TV Hoy y Radio Net, que le empujaron a hacer un reemplazo en Noticias Caracol en 1999, donde se quedó y laboró hasta abril de 2022, cuando decidió buscar otro horizonte, cansado del trasegar de las noticias de la región.
Durante sus más de dos décadas de reportería para la televisión nacional, fue un padre regularmente ausente, porque casi a diario debía correr a atender el llamado de la noticia, incluso en las zonas rurales más dispersas e inseguras, para ser voz y testimonio de las desigualdades y violencias presentes en el territorio, capoteando la representación de un canal de televisión.
Su enfermedad y las lecciones aprendidas
Fredy nunca imaginó que en la búsqueda de una nueva vida se le atravesara el temido cáncer que hoy lo enfrenta a tan dura realidad. Primero un diagnóstico inesperado tras molestias que consideraba “normales”; luego el duro tratamiento que lo llevó a una delicada cirugía y las implacables quimios.
En diciembre del año anterior los médicos le informaron que había vencido el cáncer y que solo requería terapias de anticuerpos.
Pero hace un mes, regresaron los dolores y de nuevo fue hospitalizado. En esta ocasión le dijeron que el cáncer regresó y que ya no hay forma médica de luchar contra él.
Fredy dice que estos últimos años han sido de profunda reflexión, de entender que muchas veces se entrega todo por el trabajo, con jornadas interminables, dejando atrás a los hijos, la pareja, los padres y que “de eso no queda nada”. Ni las empresas en las que trabajó, ni las instituciones de su natal país le han ayudado.
Hoy ve con tristeza que no hay condiciones en Colombia para un futuro mejor y que otros países ofrecen una realidad distinta, con mejor calidad de vida.
Su situación es muy difícil, está solo con su hijo, “al otro lado del charco”, lejos de la familia y los amigos; pero decidido a seguir luchando, aferrados a la voluntad de Dios, esperando con fe un milagro;por eso no vacila al afirmar que “si es voluntad de Dios, podré vivir unos años más”.