En las carreras contra el tiempo, ansiedad, depresión, estrés y enfermedad, existe una fórmula mágica, gratuita, efectiva y rápida para sobrellevarlo: ¡la risa!

Por: Ismenia Ardila Díaz
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El propio Sigmund Freud, padre del psicoanálisis, explicó que la risa equivale a una descarga emocional que permite al cuerpo eliminar una excitación reprimida o superflua, que puede traducirse grave y fácilmente en malestar y enfermedad. Sostuvo que la risa permite liberar energía síquica acumulada, producto de la represión de deseos, pensamientos y emociones y actúa como una vía de escape que libera tensiones y desarrolla una forma sofisticada de resistencia emocional.

Está demostrado científicamente que la risa puede reducir la presión arterial, mejorar el sistema nervioso y disminuir el estrés. Su poder sanador es indiscutible al reducir el Cortisol, la hormona del estrés y liberar endorfinas y dopamina, vehículos de la calma y el placer. Reír impacta desde nuestro sistema digestivo- a donde llegan las descargas emocionales-, hasta el cardiovascular y el inmune, motor y defensa de nuestro cuerpo.

Desde niña advertí el valor de la risa en mi vida: La encontré en mis tíos paternos, todos haciendo gala del buen humor, con una chispa muy particular, haciendo de un apunte, una anécdota o una historia incluso fuerte, dándole un giro muy particular, el momento más grato y divertido en familia. A través de su humor, nos conectábamos todos, riéndonos hasta del tema más doloroso o incierto, en un acto de resistencia ante la contradicción y la misma adversidad.

Con el paso de los años he confirmado que la risa literalmente me ha salvado la vida y no hay nada más grato que coincidir con personas o espacios donde el humor te acompañe, hasta los simpáticos “memes” de las redes sociales que hacen mofa de las noticias o una aguda y soterrada crítica de los temas más densos, desafiando poderes, tomando distancias y riéndose de múltiples situaciones absurdas o dolorosas de nuestra realidad diaria, incluso aquellas que se hacen insostenibles o trascienden nuestra capacidad de comprensión o intervención.

Admiro a quienes ayudan a otros a explorar esa capacidad natural que tenemos todos de reír sin límites, para oxigenar la vida y hacerla más placentera. La risa ilumina tu estado de ánimo, tu vida, la de tus compañeros de trabajo, familia y amigos, nos despega mágicamente de la rutina diaria, cualquier preocupación que nos agobia, sacándonos por completo de un escenario por negativo que sea.

La risa constituye una enorme terapia sanadora. Reír nos permite estacionarnos en el hoy, soltar aquello que duele, preocupa o nos ocupa, desbloquea tensiones e incluso traumas, nos genera una sensación gratísima de liviandad y libertad, nos libera del dolor y la angustia, aportando una sensación de bienestar única. Reír a carcajadas es contagioso. Por eso, sin importar lo que otros piensen, permítete reír a carcajadas de ti y la vida misma, por tu salud mental, emocional y un mejor vivir del hoy.